viernes, 8 de noviembre de 2013

I - El lado masculino de la vida

Comenzemos a hablar sobre lo que a nosotras, las mujeres que gustamos de machos, o de los que creen que lo son, nos pasa a diario. Hay de todo, en la vida de la mujer que busca al hombre de su *vida*. Hay varias piedras que nos hacen tropezar feo. Pero feo, tan feo que nos rompemos todos los dientes, nos sale sangre del ojo derecho, y aún asi, cuando nos levantamos, queremos salir nuevamente a la conquista sin importarnos un carajo lo que nos pasó. Obvio que después de tanto caerte, como que llega un momento que te acostumbras, y te amortiguas con una almohada o algo para no hacerte mierda, va, eso tendría que pasarnos... pero no. Chicas! NOS SEGUIMOS HACIENDO CACA CONTRA EL SUELO! Es cuestión de suerte también, dicen, o quizás sea pura saraza. Sea como sea, nosotras soñamos con un hombre ideal, y pasados un poco los años nos conformamos con cualquier dolobu que se nos cruza y nos sonríe. Mucho no nos convence, pero bueno, en época de desesperación o de enamoramiento repentino (es exactamente lo mismo) caemos en sus asquerosas redes hasta que nos damos cuenta que son unos lelos: o los pateamos, o ¡nos patean!. Es culpa nuestra un porcentaje, otro tanto es culpa de la habilidad que presentan estos tipos de hacernos creer mil mentiras en tres segundos. Caemos en todas, y nos usan, nos desechan, nos pasan un pañal por la cara y nos dejan a dedo en el medio de la panamericana. Es así. A fondo, es así. Pero confiadas nosotras, seguimos intentando encontrar aquel macho cabrío que nos satisfaga sexualmente, nos lave la ropa, nos compre flores todos los días, nos cocine, nos haga masajes. Pero eso es una farsa, no me boludeen. Es imposible. Hay que aprender a conformarse e ir tachando cualidades que queremos. Tenemos que buscar algo mas real. Pero bueno, yo de tantas palizas que me pegué contra el suelo, decido remediarlo todo con chocolate o con películas románticas que me hacen moquear. Ojo, mientras sigamos conviviendo en nuestra nube de pedo, nada va a cambiar. Hombres, a madurar. Mujeres, a madurar y dejar de elegir hombres inmaduros y bajar un decibel al hacer el pedido del hombre de nuestra vida. No nos queda otra. Sino, a vestir santos se ha dicho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario